domingo, 2 de octubre de 2011

Fiesta celeste

Me voy pal Cható. Ahora se llama el Kempes. Atrás queda la semana de trabajo en la carpintería del papi. El viejo dice que está con fiaca para ir. Fue dura la semana. Hubo mucho tronco que lijar, cosa que no me gusta y me desgasta. Eso sí, de nada me sirve renegar. El pa, que es un verdadero artesano de la madera y un docente de la vida, siempre me dice “hijo, a cada tabla usted tiene que mimarla, dejarla suave como pecho de dama, que la tabla parezca una manteca, y así verá hijito mío cómo, de a poquito, llega más trabajo”. Le duele la espalda y se quedará escuchando el partido por radio, tomando mates y acompañando a la mami.
Dejo mi semana de ansiedad. Es que ya me calcé la celeste que mi gorda me regaló para el cumpleaños. Nadie sabe –excepto ella- lo que llevo íntimamente: el eterno y agujereado calzoncillo celestito. Es la cábala. Cada vez que me olvido de llevarlo y perdemos me quiero morir. Pienso que perdimos por mi culpa. Al tiempo me parece zonzo ese razonamiento, pero realmente si no llevo el eslip y perdemos, por lo menos paso cinco días angustiado y puteánodme. 
Esto es lo que más me gusta hacer. Para esto ahorro buena parte de mis chirolas, es como un ritual, algo que me llena. Me pregunto si eso sentirá la Nona cuando va a misa. Me da pena. Es  bicha la Nona, graciosa, inteligente. A veces pienso que ahí le roban y le mienten. Pero la ma me tranquiliza, me dice que rezando la Nona se saca los miedos. Porque claro, la Nona es miedosa. Aunque claro, la Nona es miedosa porque va misa (y se piensa que le debe perdones y unos mangos al Señor). También es miedosa porque mira los noticieros.
En un Rojo me voy hasta el centro. Desde mi querido barrio Los Gigantes hasta la bajada en la General Paz. Voy parado, colgado de la baranda. En el trayecto, otras cuatro camisetas celestes –además de la mía- se suben al R. Ya me agarra ese cosquilleo... Hay jóvenes escuchando música con los auriculares puestos, será su forma de evitar el aburrimiento. Deben ser gainas, pienso.  Hay un par de señores (se ve que son laburantes) semidormidos, cabeceando por el movimiento de este bicho. También relojeo -mientras me subo un poco el jean y me acomodo la cresta- a un grupito de chicas que hace poco superaron la pubertad. Están alteradas, chillonas, con ropas ajustadas, sentadas al fondo. Sospecho se van para el parque Sarmiento a mirotear muchachos y fumar su primer cigarro.
Entre los cinco Piratas de este bondi intercambiamos miradas cómplices. Cada uno sabe que el otro está feliz, ya sumergido en el rito, soñando la fiesta. Estos cuatro culiados –pienso- son como yo, esperan toda a semana para esto. No sé cómo se llama esto. No sé cómo explicarlo, es muy interno, es como que me ilumina.  Lo único que sé es una cosa: esto es lo que más gusta.
Bajamos en pleno centro y sucede una extraña comunicación. Vamos hasta la plaza todos los piratas juntos y aunque caminemos rápido y sin hablarnos, estamos en comunión. Todos somos parte de una misma cosa. Transportamos eso que yo le digo “energía celeste”, que no sé cómo explicarla.
En la plaza San Martín ya están dispuestos los bondis. Algunos salen coquetos, rellenos de celeste, rebotando por el grito “el que no salta es una gaina, el que no salta es una gaina”.
Subimos junto con los pibes que venían conmigo en el Rojo, de pedo agarramos asiento. Me gusta esta parte del viaje hasta la cancha. No se puede creer cuánta gente con el mismo ardor se apelmaza en el coche. Es un vehículo de otro mundo, con una energía muy particular. Todos cantan, y el que no canta es de la T. Los que van parados usan el techo como bombo. “Belgrano, Belgrano de mi vida, dame una alegría te lo pido yo, ¿sabé, cómo io te quiero? que te ievo adentro, en el corazón”. Esa es viejita, pero mi preferida. Me gusta pensar mientras canto. Voy pensando, casi descifrando las letras, y con esa me siento tan identificado como si la hubiera inventado yo.
El bondi penetra el barrio Alberdi. Ahí sí que todo es celeste. Se respira Belgrano. Y me agarra esa pena por no jugar en el Gigante. Pero me pongo a cantar bien fuerte, como para ganarle a esa pena. Los autos van más rápido que el bondi, nos pasan y saludan con bocinazos mientras sus internos agitan banderas con la cara del Luifa o de Rodrigo.
Llegamos al estadio, realmente está precioso. Prefiero jugar en Alberdi por una cuestión afectiva, porque amo a mi cancha, pero no puedo ser tan zonzo de no reconocer qué lindo estadio es el Cható. Bueno, el Kempes. Esta vez, que  por fin la pegué con los bondis, estoy llegando temprano. Por lo general me gusta más llegar sobre la hora, así siento ese ruido, ese latido único que sólo las multitudes tirando para el mismo lado son capaces emitir, ese “murmullón”, como yo le digo. Pero esta vez llegué antes.
Tampoco es feo llegar por anticipado. El tiempo se pasa lento y uno va viendo, mientras canta (porque en la cancha siempre canta), cómo o cuánto se va llenando el estadio. En estos momentos me gustaría que mis ojos fueran una cámara de video así puedo acelerar el ritmo. Que los piratas copen la cancha bien rápido, veloces, como hormiguitas que llenan un hormiguero.
“¡Fresca, fresca, congelada la gaseosa!” pasa gritando una señora con los huevos bien puestos. La invitación es tentadora más allá del fuerte sol que derrite la frente y de los interminables partidos de reserva. Es tentadora porque ves esa garra de la señora, esa “fuerza de madre” (como yo le llamo), cargando sobre sus hombros el cajón lleno de gaseositas, entre tantos machos, grandes amantes,  según ellos. Levanto el brazo, le chiflo y grito “¡Señoraaa!”. Me ve la doña y escala algunos escalones. “¿Pesi o sevená?” me pregunta. “Sevená” le respondo. Saca la botellita y me la sirve en un vaso de plástico.
-Son $10 pesitos amor
- Aquí tiene señora, gracias-
“Fresca, fresca, congelada la gaseosa” sigue poniéndole el alma la tigresa. Me hace acordar a la mami, dejando el alma para darnos lo mejor y mandarnos a la escuela sin que nos falte nada. Se me fueron $10 por ella más que por la sed. Esta noche no tengo para invitar  a la gorda a la Grido. Será el finde que viene, que el Pirata juega de visitante. Pobrecita mi amor, me banca todas.
Pasan algunos minutos, ya estoy con poca voz. El hormiguero está casi repleto. El celeste le ganó al gris del hormigón. La gente canta cada vez más fuerte. Siguen entrando piratas ¡cuánto celeste culiá! Cierro los ojos. Me pone loco cerrar los ojos cuando la cancha esta así. Los dejo cerrados, bien apretados, por lo menos un minuto y puedo sentir todo. Esa energía celeste que no puedo explicar.
El “Bocha”  Houriet  canta en la radio del viejo de al lado que está por entrar Belgrano a la cancha. No tengo más nada que pensar. ¡Entra Belgrano! Y solamente quiero vivir esta fiesta mientras caen los papelitos y estalla el Cható ¡Esta es mi fiesta che, que alegría! ¡la fiesta celeste!.

fuente: http://www.soyceleste.com.ar/


8 comentarios:

  1. ...esa empatía con tus personajes, que cada vez lográs mejor,y lográs transmitirla a los que leemos, se da porque nace de una profunda (y tierna, amorosa me atrevería a decir) comprensión y aceptación de los seres humanos reales que andan por estos mundos... Nutriéndose de esa fuente crecen los verdaderos escritores...Vas por el buen camino, vos, te lo aseguro...

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  2. Linda crónica, voy a tenerte en cuenta para los escritos II, abrazo y gracias por compartir!

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  3. Plap plap plap diría el "Bocha". Genial Agu muy pero muy bueno.
    Marcos (un tallarin)

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  4. bien ahi pendejo!!! creí haber sido yo quien escribió esto!!! estoy seguro q mas de uno va a sentirse identificado con tu gran historia y digo "GRAN" xq todo lo relacionado con el VIEJO Y GLORIOSO BELGRANO es GRANDE ...desde acá te mando un GRAN abrazo y espero poder seguir leyendo tus historias tan parecidas a las mias y la de muchos..

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  5. me has emocionao Agu!! (Marti, desde La Plata)

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  6. muybueno lco eso es sentir amor por la camiseta y cuantos qleados van aputear? si supieran de verdad lo que es amar abelgrano no irian ala cancha como lo hacemos los que sentimos la pasion celeste en la sangre

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  7. exelente pa !!!! yo paso por cosas casi iguales que las tuyas vamos los piratas carajooooo

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